Ya he dicho más de una
vez que me encanta Directo al paladar, y es que siempre encuentro
alguna receta interesante para hacer. Y digo alguna por no decir
muchas. Esta es una de ellas. La tenía apuntada en mi app de
recetas, “Paprika”, de la que ya hablaré otro día, desde hacía
tiempo. Hasta ahora no había hecho ninguna lasaña, pero me apetecía
mucho hacer alguna: y es que la pasta me encanta, ¡en todas sus
formas y colores! Esta lasaña, que repetiré seguro y como veréis,
es muy sencilla de preparar y con muy buen sabor.
Ingredientes
para cuatro personas
1 calabacín
1 pimiento rojo mediano
1 pimiento verde
(siempre que hablo de pimientos verdes, me refiero a los italianos,
los de freír).
1
cebolla
12
placas de lasaña precocida
1
berenjena
un
puñado de tomates cherry
400
g de tomate triturado
2
dientes de ajo
4
cucharadas de aceite de oliva
1
rulo de queso de cabra
queso
rallado
sal
orégano
albahaca
600
ml de leche
60
g de mantequilla
60
g de harina tamizada
sal,
pimienta y nuez moscada
Elaboración
Cortamos
la berenjena en cuadrados pequeños y la ponemos unos quince minutos
en un recipiente con sal para que suden (esto se hace para que
pierdan el amargor característico, aunque he leído en algún
artículo que las berenjenas hoy día ya no son tan amargas como lo
eran hace años, así que a lo mejor no pasa nada si no se hacen
sudar). A continuación picamos el resto de verduras a cubos pequeños
a excepción de la cebolla que la picamos en tiras finas. Encendemos
el horno a 180º y cogemos una bandeja o fuente de hornear y echamos
allí todas la verdura troceada, berenjena incluida una vez haya
sudado y la hayamos lavado para eliminar el exceso de sal. A esta
bandeja añadimos los tomates cherry cortados en cuartos y los dos
dientes de ajo picados bien pequeño.
Añadimos el aceite, y
salpimentamos. Removemos todo muy bien y al horno durante cuarenta
minutos o hasta que veamos que la verdura esté tierna. Yo subí a
200º para conseguir que los líquidos que había soltado la verdura
se evaporaran más rápido. Una vez que esté la verdura horneada, le
añadimos el tomate triturado (bien de bote, bien tomates recién
triturados, como queráis), lo añadimos a la verdura y removemos
bien. Reservamos.
Mientras
o a continuación, según si estáis cocinando otros platos,
preparamos la bechamel. Ponemos a calentar la leche en un cazo, y en
una sartén o una olla, derretimos la mantequilla, cuando esté
hirviendo apartamos del fuego y añadimos la harina tamizada,
removemos bien y volvemos a poner sobre el fuego para que la harina
se tueste un poco, bajamos el fuego y enseguida empezamos a añadir
la leche poco a poco sin dejar de remover. Al estar la leche caliente
conseguiremos que la bechamel se haga antes. Iremos removiendo sin
parar, para evitar que se pegue, e irá espesando.
Sabremos que está
lista cuando empiece a hervir. Entonces apagamos el fuego removemos
un poco más la bechamel y le añadimos la nuez moscada, la sal y la
pimienta. A mi me encanta el sabor de la nuez moscada, así que le
suelo echar bastante. Pero esto va a gustos. Es cuestión de ir
probando.
Ahora
toca montar la lasaña. Lo mejor es seguir las indicaciones que
aparecen en la caja de las placas. Una vez estén las placas
ablandadas cogemos una fuente para el horno y la engrasamos con un
poco de aceite, yo puse un poco de bechamel en el fondo, pero se
pegaron un poco las placas al fondo, así que creo que será mejor
usar el aceite. Pondremos una capa de pasta, una de bechamel, una de
verduras y un cuarto de queso de cabra. Y así sucesivamente.
Según
lo honda que sea la fuente podéis hacer tres o cuatro pisos de
lasaña. La mía era de tres pisos con tres placas por piso. Y en ese
caso hay que usar un tercio del queso de cabra por piso. Acabad con
una capa de lasaña y una capa de bechamel que cubra toda la lasaña,
paredes incluidas. Le espolvoreamos encima el queso rallado, el
orégano y la albahaca. Y horneamos a 180º durante unos 45 minutos.
Servimos.
¡Y
a disfrutar!
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